Cefalea y migraña

Cefalea y dolor cráneo-facial

El dolor de cabeza o cefalea es, sin duda alguna, el motivo de consulta más común en neurología y uno de los más frecuentes en medicina general. Según algunos reportes, la cefalea representa alrededor del 25% de las consultas extra-hospitalarias de neurología y en algunas instituciones puede representar hasta el 60-70% de las mismas. Pero ¿a qué llamamos cefalea? algunos autores han definido cefalea como la presencia de dolor ubicado por encima de la línea orbitomeatal, que va desde ambos cantos oculares externos hasta el centro del canal auditivo externo. En algunos casos, la cefalea puede estar acompañada por dolor facial y/o cervical, esto último explicado por el hecho de que la información sensitiva de la cara, de las las estructuras pericraneales y del cuello confluye o se integra en los núcleos del trigémino.

 

Clasificación

Existe una gran cantidad de causas de cefalea, dolor facial y cervical, lo cual nos permite clasificar las cefaleas como primarias, secundarias o neuralgias específicas. Es importante que en muchos casos se sobreponen causas primarias y secundarias como sucede cuando un paciente tiene migraña pero además cefalea por sobreuso de analgésicos.

 

Cefaleas primarias

Son aquellas que no son resultado de otras condiciones médicas y su fisiopatología comprende mecanismos central (cerebrales) complejos. Los 3 tipos de cefalea primaria más frecuentes son: cefalea tipo tensión, migraña y las cefaleas trigémino-autonómicas, dentro de las cuales destaca la cefalea en cluster (racimos o salvas).

 

Cefaleas secundarias

Se trata de aquellas que son causadas o están asociadas con una condición médica subyacente. Como lo mencionamos previamente, existe una gran cantidad de causas de cefalea secundaria, algunas condiciones no asociadas con enfermedades graves, tales como espasmos cervicales o infecciones en los senos paranasales. Sin embargo, en esta categoría también se consideran causas que podrían amenazar la vida, tales como tumores, abscesos, infecciones o sangrados, entre otras. Es importante destacar la cefalea por sobreuso de analgésicos y la cefalea asociada con el síndrome de apnea del sueño en virtud de su frecuencia en nuestra población.

Para mayor información acerca de la clasificación de cefaleas según la IHS, les sugiero revisar el siguiente link: http://www.sen.es/pdf/2014/cic3_beta.pdf

 

Banderas Rojas (Red Flags)

La cefalea puede ser el síntoma principal de enfermedades que ponen en peligro la vida de las personas, tales como lesiones ocupantes de espacio de origen tumoral, vascular, infecciosas, o de trastornos sistémicos.

Existen algunas tablas de banderas rojas, así como mnemotécnicas que podrían ser de utilidad en su práctica clínica. A continuación, se describirá la expresión SNOOP (usada como mnemotecnia) útil para el médico. Después de esto, vendrán 2 tablas adicionales, en la primera se ampliaran las banderas rojas y en la segunda se describirán algunas indicaciones directas para que el paciente asista al servicio de urgencias en caso de presentarlas.

 


Acrónimo SNOOP

Systemic: síntomas sistémicos: fiebre, pérdida de peso, cáncer, embarazo, estado de inmunosupresión (incluido VIH).

Neurologic: síntomas neurológicos o signos anormales:confusión, alteración del estado de conciencia o de alerta, papiledema, síntomas o signos neurológicos focales, signos meníngeos o crisis convulsivas.

Onset: inicio reciente o inicio súbito:cefalea que inicia después de los 50 años, o cefalea inicio súbito (llamada en trueno).

Other: otros signos o condiciones asociadas:trauma encefálico, uso de drogas psicoactivas, exposiciones tóxicas, cefalea que despierta a la persona, o cefalea que empeora con maniobras de válsala o es precipitada por tos, ejercicio o actividad sexual.

Previous: historia de cefalea previa con progresión de la cefalea o cambio en frecuencia, severidad o signos clínicos.


Tabla de banderas rojas

  • Cefalea de comienzo súbito
  • Empeoramiento reciente de una cefalea crónica
  • Cefalea de frecuencia y/o intensidad creciente
  • Localización unilateral estricta (side-locked headache), excepto cefalea en racimos, hemicránea paroxística, neuralgia occipital, neuralgia del trigémino, hemicránea continuar y otras cefaleas primarias unilaterales
  • Cefalea + trastornos del comportamiento, crisis epiléptica, alteración neurológica focal, o fiebre
  • Empeoramiento reciente de una cefalea crónico
  • Nauseas y vómitos no explicados por una cefalea primaria ni por una enfermedad sistémica
  • Presencia de signos meníngeos
  • Cefalea precipitada por esfuerzo físico, tos o cambios posturales
  • Cefalea de características atípica
  • Cefalea refractaria a un tratamiento teóricamente correcto
  • Cefalea en edades extremas de la vida
  • Cefalea de presentación predominantemente nocturna
  • Cefalea en pacientes oncológicos o inmunocomprometidos

 

Migraña

Esta es el prototipo clásico de cefalea primaria. Se ha estimado una prevalencia en la vida entre 3-22%, de presentación más frecuente en mujeres, con una relación 3:1 respecto a los hombres, y con una edad de inicio de síntomas entre el final de la primera y el inicio de la tercera década de la vida. Pero, ¿qué es la migraña?, clínicamente se han definido algunos criterios que permiten establecer el diagnóstico de esta, los cuales se basan en la cefalea como síntoma central; sin embargo, la migraña es más que sólo cefalea. La migraña es un trastorno neurológico complejo caracterizado por una gran cantidad de síntomas, que en ocasiones, pueden tornarse altamente discapacitantes. Estos síntomas, a menudo, reflejan la alteración de sistemas relacionados con la percepción y procesamiento de información relacionada con la sensibilidad y el sistema nervioso autónomo.

 

Manifestaciones clínicas y fases de las crisis de migraña

Como lo describimos previamente, la migraña se caracteriza por numerosos síntomas, los cuales podemos clasificar de acuerdo a sí aparecen previo a una crisis (síntomas prodrómicos y auras), durante las crisis o posterior a estas. A continuación describiremos estas manifestaciones.

 

Síntomas prodrómicos: estos síntomas suelen aparecer varias horas, e incluso días, antes del ataque de migraña. Dentro de estos síntomas destacan los cambios del ánimo, incluyendo síntomas de depresión, ansiedad o irritabilidad, además de hipersensibilidad no dolorosa al tacto, la luz, el ruido y/o los olores, fatiga, lentitud, bostezos, constipación o diarrea, incremento de la frecuencia urinaria e intolerancia al uso de prendas o elementos como el saco, o joyería.

 

Auras de migraña: son síntomas que aparecen minutos antes de una crisis, habitualmente entre 5 y 15 minutos, y con frecuencia son buenos predictores de la inminencia de estas. Las auras, a menudo, tienen una duración de 5 a 60 minutos y pueden generar limitaciones funcionales en el paciente. Estas manifestaciones son variadas y se pueden clasificar de acuerdo al tipo de síntomas en: visuales, sensoriales, del habla o del lenguaje, motoras, del tallo cerebral o retinianas, siendo las dos primeras, las más frecuentes. Algunas de las auras pueden ser extrañas o generar gran preocupación en los pacientes que las experimentan por primera vez.

Dentro de las auras visuales existen numerosas formas de presentación, tales como los fosfenos y fotopsias, escotomas positivos y/o negativos, además de otras menos frecuentes y mucho más extrañas. Las manifestaciones visuales pueden ser descritas por los pacientes como líneas, puntos, estrellas, visión borrosa o distorsiones visuales y estas pueden moverse a través del campo visual, usualmente afectando sólo un lado de la visión y pueden desaparecer al cerrar los ojos.

Las auras sensoriales también pueden ser positivas o negativas, es decir pueden haber síntomas sensitivos molestos o dolorosos como parestesias o sensación de hormigueo, o también disminución o perdida transitoria de la sensibilidad. Estos síntomas pueden ser de localización en la cara o las extremidades. Ejemplos de auras del lenguaje o del habla, puede ser dificultad en la expresión de las palabras  o problemas en la recepción del lenguaje.

 

Fase  de crisis: la manifestación principal es el dolor, y sus características, a menudo, son muy variables. La localización del dolor frecuentemente es unilateral o hemicraneal, además de alternante; es decir, el lado más afectado puede variar entre crisis y el dolor también puede migrar entre la región frontal, temporo-parietal o cervico-occipital. La localización bilateral también se puede presentar y no es una característica que descarte el diagnóstico. Otra característica común es que el dolor puede afectar regiones peri y/o retro-orbitarias o peri-auriculares. El tipo de dolor, habitualmente, es pulsátil, pero también puede ser descrito como opresivo, tipo punzadas o corrientazo, así como descripciones un poco más extrañas, tales como sensación de «un líquido derramándose en la cabeza» o de «un animal caminando». La descripción de las sensaciones implica un alto grado de subjetividad en la medida que sólo la persona afectada puede hacer una descripción de su dolencia. La intensidad del dolor también puede variar de intensidad leve a severa y la duración puede ir desde un par de horas (4 horas, de acuerdo con los criterios IHS) a varios días (3 días, de acuerdo con los criterios IHS). Aunque las crisis de migraña pueden ocurrir en cualquier momento del día, no es común que las crisis despierten al paciente. Algunos factores pueden empeorar el dolor, tal como sucede con la actividad física o estímulos sensitivos intensos. Algunos síntomas pueden acompañar al dolor y dentro de estos se destaca: nauseas, emesis, foto, sino y osmofobia, además de sensación de mareo o vertiginosa.

 

Fase  postdrómica: una vez resuelta la cefalea, los pacientes pueden continuar experimentando algunos síntomas antes de alcanzar una recuperación completa. En algunos casos, esta recuperación puede tardar horas, e incluso días. Entre estas manifestaciones destaca la sensación de decaimiento, pesadez, hambre intensa, ánimo bajo o síntomas depresivos, enlentecimiento cognitivo y disminución de la atención.

Aunque la International Headache Society ha establecido una serie de criterios diagnósticos, estos habitualmente no son aplicados de forma estricta en la práctica clínica, pero que siempre resulta importante tenerlos en cuenta.

 

Clasificación

Existen numerosas formas de clasificar la migraña. Sin embargo, la clasificación que en la actualidad tiene mayor importancia práctica se relaciona con la frecuencia de los episodios sintomáticos. En este sentido, la migraña puede ser clasificada como episódica de baja frecuencia (< de 10 días de cefalea al mes), episódica de frecuencia intermedia (de 10 a <15 días de cefalea al mes) y crónica (15 o más días de cefalea por mes) durante, al menos, 3 meses consecutivos. Está forma de clasificar la migraña tiende implicaciones terapéuticas y pronósticos, por lo que es importante su uso.
De forma histórica, la migraña también ha sido clasificada de acuerdo a la presencia o ausencia de aura y de esta forma se divide en migraña sin aura (común) y migraña con aura (clásica). Esta última clasificación también tiene importancia en razón de que el comportamiento de estas puede variar, por ejemplo como sucede en el embarazo, condición en la que la migraña con aura tiende a empeorar en frecuencia y severidad de los ataques más que la migraña sin aura. Algunas otras formas de clasificación se basan en la sintomatología predominante, como sucede en algunos casos en donde predominan síntomas vestibulares y por tanto recibe por algunos autores esta denominación, migraña vestibular.

La IHS ha establecido una serie de criterios diagnósticos, los cuales se detallan en las siguientes tablas, sin embargo, estos deben ser usados como una guía y no como una camisa de fuerza en términos de diagnóstico.

 


Criterios diagnósticos de migraña sin aura (ICHD-III)

A. ≥ cinco crisis que cumplen los criterios B y D

B. Episodios de cefalea de entre 4 y 72 horas de duración (no tratados o tratados sin éxito)

C. La cefalea presenta al menos dos de las siguientes cuatro características:

1. Localización unilateral

2. Carácter pulsátil

3. Dolor de intensidad moderada o severa

4. Empeorada por (o condicionada por el abandono de) actividad física habitual

D. Al menos uno de los siguientes durante la cefalea:

1. Náuseas y/o vómitos

2. Fotofobia y sonofobia

E. Sin mejor explicación por otro diagnóstico de la ICHD-III


Criterios diagnósticos de migraña con aura (ICHD-III)

A. ≥ dos crisis que cumplen los criterios B y C

B. Uno o más de los síntomas de aura siguientes totalmente reversibles:

1. Visuales

2. Sensitivos

3. Del lenguaje o del habla

4. Motores

5. Troncoencefálicos

6. Retinianos

C. ≥ dos de las siguientes cuatro características:

1. Progresión gradual de al menos uno de los síntomas de aura durante un período ≥ a 5 min y/o dos o más síntomas que se presentan consecutivamente

2. Cada síntoma de aura tiene una duración entre 5 y 60 minutos

3. Al menos un síntoma de aura unilateral

4. El aura se acompaña, o se sigue antes de 60 min, de cefalea

D. Sin mejor explicación por otro diagnóstico de la ICHD-III y se ha descartado un accidente isquémico transitorio


Criterios diagnósticos de migraña crónica (ICHD-III)

A. Cefalea tipo tensión o migraña ≥ 15 días/mes por > de 3 meses completando criterios B y C

B. Ocurre en un paciente que ha tenido al menos 5 ataques con criterios de migraña con o sin aura

C. Ocho o más de los días de cada mes reúnen al menos uno de los siguientes:

1. Criterios de migraña sin aura

2. Criterios de migraña con aura

3. El paciente interpreta el episodio como correspondiente a migraña o mejora con triptanes o ergotamínicos

D. No se explica por otra entidad de la clasificación ICHD 3B que produzca dolor de cabeza


Para mayor información acerca de la clasificación de cefaleas según la IHS, les sugiero revisar el siguiente link: http://www.sen.es/pdf/2014/cic3_beta.pdf

 

Desencadenantes habituales

Exposición al sol, ambientes calurosos, muy iluminados, de hacinamiento o aglomeración, además de ambientes muy fríos (ejemplo: exposición a aire acondicionado), estrés, discusiones o conflictos personales o laborales, altas cargas laborales o de estudio, falta de sueño, exposición a pantallas brillantes, ambientes de alto contraste lumínico, ayuno o retraso en las horas de las comidas, consumo de carnes frías, maní, banano, café, lácteos, comidas grasosas, comidas o bebidas dulces (ejemplo: gaseosas), bebidas energizantes, o de comidas con alto de contenido de conservantes.

 

Exploración diagnóstica

Este siempre se fundamenta en aspectos clínicos, tales como los mencionados arriba. Por tanto, la anamnesis o interrogatorio es la piedra angular en la evaluación diagnóstica del paciente con cefalea. No sólo es importante preguntar por las variables sociodemográficas del paciente y por las características el dolor y de los síntomas asociados, sino también por los desencadenantes y los antecedentes personales y familiares. Cada uno de estos apartados les podrá brindar información importante con fines diagnósticos y para establecer el plan terapéutico. El interrogatorio no es fácil de realizar, y siempre, hay que realizar las preguntas de una forma tal que sean entendibles por los pacientes, por lo que, a menudo, resulta útil usar analogías, expresiones culturales o aclaraciones específicas sobre estas preguntas. El examen físico y neurológico del paciente con migraña debe ser normal, sin embargo, estos dos componentes de la evaluación neurológica son fundamentales y por tanto deben ser realizados en todos los pacientes.

 

Exámenes complementarios

La necesidad de exámenes complementarios depende de cada caso en particular e influyen numerosos factores, tanto clínicos como familiares, e incluso, emocionales. De forma general, se sugiere que en casos de cefalea sin síntomas o signos de alarma, no es necesaria la realización de exámenes complementarios. Sin embargo, en la práctica clínica esto sólo es válido en casos de cefaleas ocasionales, de baja intensidad y sin síntomas que puedan ser percibidos por el paciente como extraños, o en casos con manifestaciones típicas, que no dejen espacio a dudas diagnósticas, y siempre en el contexto de una muy buena relación médico-paciente, además de confianza y buenos canales de comunicación entre ambos. Es frecuente que los pacientes afectados por episodios de cefalea intensa, discapacitante y progresiva o cuando presentan auras complejas se sientan atemorizados y con la sensación de que algo grave les está ocurriendo como podría ser la idea de tener un tumor o un aneurisma cerebral. En estos casos, no es fácil que el paciente se sienta tranquilo sólo con el concepto médico tras el interrogatorio y el examen físico y neurológico. Algunos pacientes pueden exigir la realización de una tomografía o resonancia cerebral. Desde el punto de vista estadístico o de relación costo/beneficio hay suficientes argumentos para no realizar estos estudios imaginológicos en pacientes sin signos de alarma. Menos del 1% de estos pacientes con cefalea podrían tener una patología intracraneal relevante y en estos casos las manifestaciones clínicas, habitualmente, son atípicas o con signos de alarma. Sin embargo, tal y como lo describe el Dr. Laínez, experto en cefalea y autor del capítulo de cefaleas y algias craneofaciales de la Neurología de Zarranz, en muchos casos es necesario realizar estudios imaginológicos si se consideran importantes otros factores, como la tranquilidad del paciente y la del médico, así como su buen entendimiento mutuo. Esta, sin embargo, no debe ser una puerta abierta para la solicitud periódica, excesiva y poco útil de estudios imaginológicos. En nuestro medio es importante motivar en el paciente la conservación de estos estudios diagnósticos, de forma tal que los médicos que continúen con el seguimiento del paciente tengan acceso a los estudios ya realizados en el paciente.

Otros estudios complementarios importantes en la evaluación diagnóstica podrían ser estudios de química sanguínea, tales como hemograma, proteína c reactiva, u otros marcadores inflamatorios, especialmente en casos recurrentes o con manifestaciones atípicas. Estos exámenes, pueden dar cuenta de procesos inflamatorios sistémicos que favorezcan el desarrollo de episodios de cefalea y que en algunos casos podrían reflejar patologías graves que pongan en peligro la vida. La punción lumbar no es un estudio rutinario en pacientes con cefalea episódica, sólo algunos autores han sugerido su realización en casos de cefaleas crónicas pero aun así no se ha establecido como un estudio de rutina. Este examen debe ser realizado sólo cuando se sospecha una neuroinfección, tal como podría ocurrir en un paciente con cefalea de reciente inicio, con signos de alarma y/o presencia de fiebre y cefalea.

 

Terapia preventiva

La terapia preventiva es el pilar fundamental en el tratamiento farmacológico en migraña. Dentro de los objetivos de esta terapia no esta la curación de la migraña, pero si alcanzar el mejor control posible de esta, es decir, disminuir la frecuencia de aparición de los síntomas, disminuir el número crisis de cefalea y mejorar la respuesta a los tratamientos abortivos de crisis. Es importante destacar que la toma de estos medicamentos es diaria y que el inicio del efecto tarda entre 4 y 6 semanas en ser percibido por el paciente (es necesario tener paciencia y ser juicioso(a) con la toma del medicamento). La duración del tratamiento es variable, usualmente entre 6 meses y 2 años. La recomendación es intentar tratamientos prolongados ya que tratamiento cortos se asocian con recaídas rápidas. El uso de un medicamento preventivo durante la crisis de dolor no tiene razón ya que estos medicamentos no actúan como analgésicos.

Finalmente explique al paciente que el tratamiento preventivo farmacológico es sólo una ayuda, recuerde que el cuerpo y el alma deben ser sanados al mismo tiempo. En otras palabras, las medidas no farmacológicas son muy importantes y claves en el éxito del tratamiento.

La selección del tratamiento preventivo dependerá de varios factores. El primero es la clasificación de la migraña como episódica o crónica. Para migraña crónica las dos terapias que han demostrado mayor efectividad son el topiramato y la toxina botulínica, aunque se pueden intentar los otros medicamentos que ampliaremos abajo. Para migraña episódica la evidencia favorece a un espectro mayor de medicamentos. Otro factor clave en la elección del preventivo es la comorbilidad del paciente. Esto último influye en la decisión de escoger o evitar cierto medicamento. Por ejemplo, en un paciente hipertenso no controlado, una muy buena opción es el uso de un medicamento con efecto antihipertensivo, mientras que en un paciente con cifras de presión arterial limítrofes posiblemente no sea buena idea el uso de estos medicamentos. El perfil de efectos secundarios y de seguridad siempre debe ser tenido en cuenta. En un paciente con miopía alta no será una buena opción el uso de topiramato, ya que este último se puede asociar con glaucoma. Otros aspectos que se deben tener en cuenta son la edad del paciente, el sexo y la disponibilidad o facilidad para acceder a este tratamiento y adherirse a la terapia. Por ejemplo, se recomienda evitar el uso de ácido valproico en mujeres en edad reproductiva por el riesgo de efectos teratogénicos con este medicamento.

También es importante destacar que no todos los pacientes con migraña necesariamente deben recibir terapia preventiva. En casos de síntomas ocasionales y no muy intensos podría darse un tiempo de espera mientras se optimizan los hábitos de vida, tales como actividad física regular (al menos 30 minutos diarios), mejoría en el patrón de alimentación y mayor control de las emociones.

 


Indicaciones para tratamiento preventivo

  • Al menos 6 días/mes de dolor de cabeza
  • Alta discapacidad relacionada con ataques
  • Tipos específicos de migraña: migraña con síntomas de tallo, migraña hemipléjica
  • Complicaciones de migraña: infarto migrañoso, crisis epiléptica asociada a migraña, aura sin infarto
  • Intolerancia o contraindicaciones a tratamientos agudos

Causas de fracaso en terapia preventiva

  • Diagnóstico incorrecto: otro tipo de cefalea primaria, cefalea secundaria o mixta
  • Control inadecuado de factores asociados: sobreuso de analgésicos, persistencia de insomnio
  • Manejo inadecuado: dosis sub-óptimas, tiempos de tratamiento cortos, inicio de medicamentos a dosis altas
  • Falsas expectativas como curación o remisión total

 

A continuación, se lista una serie de medicamentos frecuentemente usados en la práctica clínica como preventivos de migraña, y se analizan condiciones en las que el medicamento es una buena opción o en las que es mejor evitar su uso.

 

Betabloqueadores

Propranolol: se ha demostrado eficacia como preventivo en dosis de 20 a 80 mg. Recuerde iniciar con dosis bajas como lo sería media a una tableta diaria de 40 mg. En caso de considerarlo necesario se puede aumentar la dosis hasta 80 miligramos, con un límite superior de 160 mg diarios, aunque en la practica clínica nunca lo he usado en dosis superiores a 80 mg diarios. Este medicamento también puede bloquear algunas respuestas autonómicas en pacientes ansiosos por lo que podría ser útil en este contexto clínico. Recuerde siempre realizar un EEG especialmente al intentar dosis mayores de 40 mg o en pacientes adultos mayores. De hecho, algunos autores sugieren que aunque se trata de un medicamento de primera línea en general, no se recomienda usarlo como tal en adultos mayores de 60 años. Desde luego, tampoco usarlo en caso de bloqueo cardíaco, cifras de presión arterial limítrofes y/o bradicardia, o en casos en los que el paciente este recibiendo una combinación de medicamentos antihipertensivos. Tampoco usarlo en pacientes con asma no controlada. Los efectos adversos son: fatiga, depresión, pesadillas, disfunción eréctil y disminución de la capacidad de ejercicio. Es necesario tener precaución en pacientes con enfermedad vascular periférica y en aquellos con fenómeno de Raynaud, así como en pacientes con asma, diabetes mellitus o depresión. Antes de formular este medicamento es imprescindible tomar la presión arterial.

Metoprolol: en la práctica clínica no lo he usado frecuentemente, aun cuando cuenta con evidencia científica que respalda su uso. Recuerde iniciar con dosis bajas como lo es una tableta diaria de 50 mg y titularlo de acuerdo a la respuesta clínica y a la tolerancia. Aunque aplican las mismas recomendaciones mencionadas para el uso del propranolol, el metoprolol tiene un menor potencial de efectos secundarios por una mayor selectividad con los receptores B1.

Timolol, atenolol y nadolol: estos son otros beta-bloqueadores con buen nivel de evidencia. Sin embargo, no tengo experiencia en el uso de estos medicamentos.

 

Calcioantagonistas

Nimodipino: es una buena opción como preventivo de migraña. Este medicamento no tiene una evidencia científica sólida que respalde su uso, sólo existen algunos estudios pequeños que lo incluyen. Sin embargo, en el medio local ha sido usado con gran frecuencia y con buenos resultados. Puede ser especialmente útil en pacientes con síndrome de colon irritable y cuenta con perfil de seguridad bueno. Recuerde iniciar con dosis de 30 mg diarios. En caso de considerarlo necesario lo puede usar incluso en dosis de 30 mg cada 8 horas. No usarlo en caso de bloqueo cardíaco, cifras de presión arterial limítrofes o de combinación de medicamentos antihipertensivos o que tengan potencial de bloqueo cardíaco.

Flunarizina: este medicamento es un bloqueador no específico de canales de calcio. Cuenta con evidencia científica que respalda su uso. Las dosis recomendadas de este medicamento es de 5 a 10 mg diarios. La forma de presentación son tabletas de 5 y 10 mg. Este medicamento es una buena alternativa como preventivo, en especial cuando han fallado otros preventivos, en pacientes con cifras tensiones limítrofes (que por tanto no se benefician de beta-bloqueadores o antihipertensivos) y en pacientes con migraña vestibular. Entre sus efectos secundarios se incluye somnolencia, sedación, ansiedad, depresión y reacciones extrapiramidales. Curiosamente también puede inducir insomnio. Eventualmente puede producir rash en piel, ganancia de peso y galactorrea (aumento de los niveles de prolactina). Sin embargo, estos efectos secundarios son de baja frecuencia de presentación y el medicamento regularmente es bien tolerado. Los bloqueadores de canales de calcio tienen la particularidad que podrían inducir tolerancia después de las primeras 6-8 semanas de uso. En caso de que suceda este fenómeno, la indicación es aumentar la dosis o hacer cambio a otro medicamento, que podría ser incluso otro bloqueador de canales de calcio.

 

Anticonvulsivantes

Ácido valproico/divalproato de sodio: es un preventivo de migraña ampliamente reconocido. La dosis de inicio recomendada es 500 mg, sin embargo en mi práctica clínica usualmente la inicio en dosis de 250 mg y la voy titulando de acuerdo a la respuesta clínica. El rango de dosis como preventivo de cefalea usualmente no supera los 1500 mg diarios. De hecho, algunos estudios no han encontrado beneficio adicional con dosis superiores a 1000 mg diarios. Se recomienda tomarlo con las comidas para favorecer su tolerancia gástrica. Recuerda que el ácido valproico viene en varios presentaciones (divalproato de sodio, valproato de sodio y como ácido valproico). Este medicamento es especialmente útil en hombres y en personas adultas mayores sin osteoporosis. También, es una buena alternativa en pacientes afectados por epilepsia o por trastorno afectivo bipolar, condiciones en las que el ácido valproico también puede controlar estos trastornos. No usarlo en mujeres jóvenes, pacientes con osteoporosis o intolerancia gástrica, gastritis crónica, úlceras gástricas o pépticas, antecedentes de hemorragia de vías digestivas, sobrepeso u obesidad, temblor, pacientes con síndrome de ovario poliquístico. Entre sus efectos secundarios destaca nauseas, somnolencia, temblor, aumento de peso y pérdida de cabello. Recuerde que el ácido valproico (así como todas las formas de valproico) se encuentra contraindicado en el embarazo, debido al alto riesgo de teratogenicidad.

Topiramato: junto a la toxina botulínica, es uno de los dos medicamentos con mayor evidencia para migraña crónica. La literatura que soporta su uso es una de las más sólidas. La dosis de inicio descrita en la literatura es 25 mg diarios, sin embargo, también se podría iniciar con dosis inferiores como 15 mg diarios. En los controles se puede ir titulando el medicamento hasta lograr un efecto terapéutico significativo. Usualmente la dosis como preventivo de cefalea no supera los 100 mg diarios, aunque en algunos casos podrían intentarse dosis mayores, de acuerdo a la tolerabilidad. Es necesario explicarle al paciente que el efecto secundario más frecuente es el desarrollo de parestesias en manos y/o pies, en ocasiones alrededor de la boca. Esta reacción se puede presentar incluso con dosis de 25 mg diarios. Con dosis mayores podría aparecer aumento de la sensibilidad emocional, depresión, pérdida de peso, fatiga, anorexia, trastornos de la atención, enlentecimiento cognitivo y del lenguaje (anomia, esto en especial en dosis altas). Es preferible evitar su uso en personas afectadas por glaucoma, con miopías de alto grado, así como en pacientes con quejas cognitiva importantes, depresión no controlada y en aquellos con historia de cálculos renales o biliares.

 

Antidepresivos

Amitriptilina: es un antidepresivo triciclíco con buena evidencia científica. La dosis de inicio es de 25 mg, sin embargo, recomiendo iniciar con dosis menores, tales como 12,5 mg o menos (partir la pastilla por la mitad o tomar sólo un cuarto de la tableta). En la práctica clínica es común que sea mal tolerado cuando se inicia con una tableta por eso recomiendo dosis menores, al menos de inicio. Las dosis recomendadas de mantenimiento varían entre 25-75 mg. Entre sus efectos secundarios más frecuentes está la hipersomnolencia, boca seca y retención urinaria, en ocasiones puede aumentar un poco el peso. Se recomienda usarlo con precaución en personas mayores de 60 años o en pacientes con riesgo de bloqueo cardíaco.

Imipramina: es otro antidepresivo triciclíco sin una evidencia sólida pero que en nuestro medio se usa de forma frecuente y con buenos resultados. Los efectos secundarios son similares a los descritos para la amitriptilina pero por lo general es mejor tolerada que esta última. La dosis de inicio es de 10 mg y ajustar de acuerdo a necesidad. Se recomienda usarlo con precaución en personas mayores de 60 años o en pacientes con riesgo de bloqueo cardíaco.

Venlafaxina: es un antidepresivo con función inhibidora de la recaudación de serotonina y noradrenalina, con lo cual se potencia la actividad monoaminérgica del sistema nervioso central. Se sugiere el uso de dosis entre 75 y 150 mg diarios, iniciar siempre con dosis bajas e ir titulando. Dentro de los efectos secundarios destaca nauseas, síntomas gastrointestinales, y aumento de peso, en general menos frecuente que con el uso de los antidepresivos triciclícos.

 

Terapia abortiva de crisis

Los medicamentos analgésicos también hacen parte del tratamiento de la migraña pero específicamente para el manejo de las crisis. Estos medicamentos no deben ser empleados de forma indiscriminada y frecuente. Cuando aparece dolor se recomienda optimizar el uso de medidas no farmacológicas, tales como suspensión de la actividad que se este realizando, reposo, uso de paños fríos o de gafas de descanso, hidratarse bien, café u otras medidas caseras. Es posible que, con estas medidas no farmacológicas, resuelva el dolor; sin embargo, también puede ocurrir que el dolor continue su progresión en intensidad. En este momento es ideal el uso de un analgésicos efectivo, es decir, durante la fase de ascenso del dolor. No es correcto esperar que la crisis sea demasiado intensa para hacer uso de estos medicamentos porque la posibilidad de control de la crisis disminuye de forma significativa. Existen numerosas opciones como analgésicos. La premisa general es evitar el uso de opioides y se prefiere el uso de AINES, ergotamínicos o de triptanes.

 

Anti inflamatorios no esteroideos (AINEs): dentro de este grupo farmacológico se recomienda el suo de naproxeno, ketoprofeno, ibuprofeno, ácido acetil-salicílico. En caso de nauseas y/o emesis, se puede adicionar metoclopramida. En estos casos y en aquellos que no tienen respuesta a la terapia oral se podría usar AINEs parenterales por vía intramuscular. Es importante tener en cuenta los posibles efectos secundarios gastrointestinales y/o renales de estos medicamentos.

Combinaciones: se puede combinar diferentes AINEs con otras sustancias, por ejemplo acetaminofén y ácido acetilsalicílico o ibuprofeno con cafeína. Algunas de estas combinaciones están disponibles en nuestro medio.

Triptanes: este tipo de medicamentos son conocidos como específicos de migraña, en razón a que fueron diseñados especificamente para el control de crisis por esta causa. El efecto farmacológico se debe a que actuan como agonistas de receptores 5 HT 1B/1D/1F, por lo que generan efectos vasoconstrictores. Al parecer, también tienen efectos como moduladores de la respuesta inflamatoria por medio de mecanismo pre-sinápticos. En nuestro medio disponemos de sumatriptán, naratriptán y eletriptán en presentación oral y zolmitriptán en presentación nasal. Previamente contabamos con sumatriptán subcutáneo pero en la actualidad no se comercializa en nuestro país. Estos medicamentos tiene algunas diferencias farmacológicas entre ellos, lo cual hace que sea mejor uno sobre el otro en situaciones particulares. Dentro de estas características, las más importantes son: tiempo al inicio del efecto y vida media (que incluye sobre la duración del efecto terapéutico). El sumatriptán tiene un rápido inicio de acción pero también una menor vida media por lo que existe mayor riesgo de recurrencia con este medicamento en comparación con naratriptán, el cual tiene un inicio de efecto más lento pero una vida media mayor. De los medicamentos actualmente disponibles en nuestro medio, el que tiene un inicio de acción más rápido es el zolmitriptán (nasal).

Dependiendo de las características de las crisis de cada paciente puede resultar más util el uso de sumatriptán, zolmitriptán, eletriptán o naratriptán. Por ejemplo, en pacientes con crisis que se desarrollan muy rápido puede ser mejor opción el uso de medicamentos de rápido inicio de acción, mientras que en aquellos con crisis lentamente progresivas y duraderas podría ser mejor el uso de naratriptán. Otra opción en casos en que se presentan crisis de rápida instauración y duración prolongada es la combinación de triptánes con AINEs, como es el caso de sumatriptán/naproxeno.

Ha existido preocupación por la seguridad cardiovascular con el uso de estos medicamentos. Inicialmente se pensaba que el riesgo era mayor al que hoy se considera. En general son medicamentos con buen perfil de seguridad. Dentro de los efectos adveross destaca taquicardia, dolor torácico, enrrojecimiento  o calor facial, sueño, decaimiento y nasusas.

Ergotamínicos: este tipo de medicamentos está disponible en nuestro medio en presentación combinada con cafeína. Se sugiere para pacientes con ataques de larga duración y alto riesgo de recurrencia. Por su mecanismo de acción, que genera vaso constricción, se debe restringir su prescripción en pacientes con fenómeno de Raynaud, hipertensión arterial, embarazo y lactancia.

 


Casos clínicos de migraña:

Caso 1.

Paciente femenina, de 24 años, describe episodios de cefalea desde los 12 años, siempre muy intensa, pero en los últimos 3 años ha aumentado la frecuencia de los episodios. La duración de estos episodios varia entre 2 horas hasta todo el día. La localización del dolor es variable, frontal, bitemporal y occipitocervical, muchas veces es hemicraneano derecho. La sensación dolorosa es pulsátil y en ocasiones tipo presión. Previo a la cefalea (5-10 minutos), la paciente presenta escotomas, fosfenos y visión borrosa. Durante los episodios presenta nauseas y emesis, además de foto, sono y osmofobia. No tolera recostar la cabeza en la almohada, le duele al peinarse o sujetarse el cabello e incluso le molesta llevar puesta las gafas. Algunos episodios se presentan con entumecimiento del brazo izquierdo y hemicara izquierda. Desencadenantes: exposición al sol, ambientes calurosos, la actividad física, estrés, trasnocho, ayuno, comidas dulces, chocolate o con el vino. Durante los episodios usa hielo. Ha tomado muchos analgésicos con pérdida de la efectividad, dipirona, tramadol, diclofenaco, acetaminofen, etc. Alguna vez uso Propranolol pero pocos días. Actualmente: Cefalea a diario, de intensidad 4-6/10. Crisis de máxima intensidad 1 cada 1 a 2 semanas.

 

1.Teniendo en cuenta lo anterior, usted considera:

a. Iniciar terapia preventiva

b. Iniciar terapia abortiva de crisis

c. Recomendar disminuir el consumo de analgésicos

d. Recomienda uso de medidas no farmacológicas

 

2.En cuanto al tratamiento preventivo, usted considera:

a. El ácido valproico sería el medicamento de elección

b. Iniciaría topiramato durante al menos 2-3 meses

c. Como ya uso propranolol, este no seria una opción adecuada

d. Esta paciente no se beneficiaría de tratamiento preventivo

 

3.En cuanto al tratamiento preventivo con topiramato:

a. Tiene evidencia científica en favor de su uso para migraña crónica

b. Es necesario tener en cuenta, tales como, glaucoma, cálculos biliares, depresión, casos en los cuales no se recomienda este medicamento

c. Uno de sus efectos secundarios es el enlentecimiento cognitivo

d. Todos los anteriores son ciertas

 

Caso 2.

Paciente relata episodios de cefalea desde la infancia, desde los 14 años con crisis intensas. Hay épocas de buen control y otras de muy mal control. En los últimos 2 años ha venido con aumento de la frecuencia e intensidad. Los episodios de dolor son de localización variable, pero tienen predominio en región hemicraneana derecha. La sensación del dolor es pulsátil. Casi todos los episodios son precedidos por sensación vertiginosa y fotopsias además de alteraciones del campo visual (escotomas centellantes). Frecuentemente los episodios dolorosos se asocian con dolor en región hemifacial derecha, especialmente en región periorbitaria. Los episodios se asocian con nauseas y ocasionalmente emesis, además de foto, sono y osmofobia. Ha tenido episodios en los que se acompaña de adormecimiento de la hemicara y hemicuerpo izquierdo. No tolera ponerse gorras, diademas, etc.

El ayuno, el banano, comidas grasosas, licor, vino, uvas, comidas dulces, la exposición al sol, ambientes calurosos, la luz brillante, la falta de sueño y el estrés han sido identificados como factores precipitantes. Con la menstruación empeora el dolor. Aproximadamente 3 días antes y durante los 4 días de menstruación empeora la cefalea. El reposo, y los ambientes de oscuridad y silencio mejoran el dolor. Pero también sucede que a veces despierta peor. En principio la ingesta de medicamentos analgésicos comunes resolvía el dolor, pero en los últimos meses ya no encuentra efecto analgésico significativo. Actualmente toma alrededor de 7 tabletas a la semana.

Ya ha recibido preventivos: Propranolol, máximo 2 meses, pero lo suspendió por mareo y disminución de la presión.Sin uso actual de preventivos. Actualmente: cefalea a diario, de intensidad 5/10, crisis de máxima intensidad 2 semanales.

Caso 3.

Paciente describe episodios de cefalea desde la adolescencia. Desde abril de 2018 con crisis más intensas y frecuentes, en los últimos meses ya menos frecuentes. La localización del dolor es en región frontal y bitemporal, en ocasiones hemicraneano con predominio izquierdo. La sensación es pulsátil y punzada. Previo a la cefalea no hay otros síntomas. Durante los episodios presenta nauseas, en ocasiones emesis, visión borrosa, tinitus, además de foto y sonofobia, no osmofobia. También presenta sensación vertiginosa intensa cuando tiene crisis. Desencandenantes: no ha identificado de forma clara. Toma ocasionalmente analgésicos. Previamente uso nimodipino y propranolol como preventivos con excelente respuesta hasta hace 2 años cuando se lo suspendieron por buen control.

Actualmente: Cefalea 2-3 días al mes. Hay semanas en las que tiene cefalea diaria. Crisis de máxima intensidad cada 2-3 meses. Ha tenido que asistir a urgencias.

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